Aznar,
Zapatero, Zapatero, Aznar, tanto monta, monta tanto.
Con el
uno, (Aznar) nos fuimos de caza por Afganistán, aún seguimos de caza por esas
tierras, pese a no quedar presas a las que cazar. Con ese mismo gran estadista,
ayudamos voluntariosamente en el infame destrozo y saqueo de Babilonia. Eso sí,
ni en Afganistán estaba la presa que se buscaba, ni en Irak habían armas de
destrucción masiva. Pero bueno, eso ya es otra historia de la que se tendrán
que encargar, en un futuro no muy lejano, los de la toga de La Haya.
Y con
el otro, (Zapatero), ¡ay del otro! El que empezó su triste mandato, retirándonos
de Babilonia y haciendo ostentosos desplantes
al paso de las banderas imperiales de sus amos. Éste mismo, aunque cueste de creer,
viendo sus inicios, abandonará el cargo superando con creces a su antecesor.
Todo lo
que retiró de Irak, lo envió a la ratonera afgana.
Sacó a
nuestra Armada allende los mares, en la pomposa, costosa y ridícula “Operación Atalanta” a hostigar a los
harapientos y hambrientos piratas para unos, o, pecadores somalíes, para otros.
Y con
el mayor cinismo y, una hipocresía pocas veces vistas antes, se apuntó al
bombardeo de Libia, cuyas funestas consecuencias, aún todavía no alcanzamos a
ver.
Aunque,
el último y más reciente movimiento de Zapatero en lo tocante a la agenda de
sus amos, es el más preocupante y, el que más desastrosas consecuencias puede
acarrear al Reino de los Borbones. La entrada de nuevas tropas imperiales,
barcos y armamentos de la
Guerra de la
Galaxias, “Escudo Antimisiles” en España, en la base de Rota.
De aquí
en adelante, España pasa un objetivo legítimo y de primer orden para terceros
en una supuesta contienda global contra esos supuestos enemigos (Rusia, China y
en muchísima menor media, Irán) de los que nos defenderá el “Escudo Antimisiles”.